Un ensayo es escrito personal y argumentado sobre un tema. Se caracteriza por expresar la voz propia del autor.
En el ámbito escolar la escritura de un ensayo es importante para ejercitar la expresividad del alumno, a plasmar por escrito sus ideas, de forma coherente.
Es normal tener dudas al momento de empezar a escribir un ensayo. Lo que haremos aquí es explicar algunas frases que pueden servir de introducción:
Comenzando el ensayo con una definición sobre el tema
Una manera tradicional de comenzar a escribir un ensayo es hablando del concepto o tema principal. Veamos unos ejemplos de cómo iniciar un ensayo dando definiciones básicas:
Ejemplo 1: Calentamiento global
- El calentamiento global es el aumento a nivel planeta de la temperatura. Este proceso ocurre cuando la energía solar es absorbida por la tierra………..
- Ejemplo 2: Eutanasia
- La eutanasia es el acto de provocar intencionadamente la muerte de una persona que padece una enfermedad incurable para evitar que sufra.
Ejemplo 3: «El criterio», de Jaime Balmes
- La atención es la aplicación de la mente a un objeto. El primer medio para pensar bien es atender. La segur no corta si no es aplicada al árbol; la hoz no siega si no es aplicada al tallo.
Nota: En los ejemplos dados, se comienza dando ejemplos básicos del concepto principal que será desarrollado en el ensayo.
Comenzando el ensayo con la descripción de un problema
El uso abusivo de los teléfonos móviles en las escuelas puede degenerar en un entorpecimiento de la educación secundario. Es preciso establecer limites claros y precisos para que los alumnos sepan y aprendan a respetar el ambiente educativo
- El abuso escolar sigue siendo un reto para las autoridades educativas al momento de contar con un sistema eficaz de prevención, por un lado, y la aplicación de penas justas para las abusadores.
Comenzando el ensayo contando una anécdota
Ensayo Postdata de Octavio Paz
Mil novecientos sesenta y ocho fue un año axial: protestas, tumultos y motines en Praga, Chicago, París. Tokio, Belgrado, Roma, México, Santiago…De la misma manera que las epidemias medievales no respetaban ni las fronteras religiosas ni las jerarquías sociales, la rebelión juvenil anuló las clasificaciones ideológicas. A esta espontánea universidad de la protesta correspondió una reacción no menos espontánea y universal: invariablemente los gobiernos atribuyeron los desórdenes a una conspiración del exterior.
Una vez, escuché en España la opinión según la cual Cervantes y Colón serían gemelos espirituales. Ambos murieron sin ciarse cuenta cabal de la importancia de sus descubrimientos. Colón creyó que había llegado al Lejano Oriente navegando hacia el Occidente; Cervantes pensó que sólo había escrito una sátira de las novelas de caballería. Ninguno de los dos imaginó que había desembarcado en los nuevos continentes del espacio —América— y de la ficción —la novela moderna.
Comenzando el ensayo con lo dicho por otro autor.
«Una máscara sobre otra», dice Shakespeare. Hace falta una doble protección para arriesgarse a ser sincero. El Carnaval es, ante todo, la fiesta de la sinceridad. Durante algunos días somos todo lo francos que se puede, a costa de caer en la desvergüenza; hablamos casi lo que pensamos; nos atrevemos a parecer locos, es decir, a parecer lo que somos; nos desahogamos de doce meses de hipocresía. ¡Admirable privilegio! Nos es permitido correr, cantar, gritar y reír a gusto, y uno se viste como quiere.
Carnaval. Rafael Barret
Carlos Marx dijo alguna vez que la revolución social no la han de hacer los hombres, sino las cosas, y algún marxista, no muy ortodoxo, no muy convencido de la fe en el materialismo histórico—doctrina que es de fe y no de razón—, ha querido corregir la fórmula del pontífice, diciendo que son las cosas manejadas por los hombres, ó sea los hombres manejando las cosas, los que hacen la revolución. Y nosotros, por nuestra parte, comentando alguna otra vez ese dogma marxista, nos hemos preguntado si es que los hombres no son también cosas, esto es: causas. Y hasta enseres.
De las luchas de nuestros días. Miguel de Unamuno
Fuentes del artículo: